La diferencia entre plantar árboles y compensar
El creciente interés por la sostenibilidad empuja a las empresas de todo el mundo a revisar sus estrategias empresariales para satisfacer las demandas de unos consumidores cada vez más atentos a estas cuestiones. Sin embargo, es importante que las medidas adoptadas sean eficaces y tengan un impacto concreto en la lucha contra el cambio climático y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Una posible solución son las inversiones en créditos de carbono certificados.
El IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) ha subrayado la importancia de un enfoque integrado para gestionar las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto requiere que las empresas y los gobiernos, además de reducir sus propias emisiones, consideren la posibilidad de compensar las emisiones residuales mediante la compra de créditos de carbono.
Es importante que la compra de créditos de carbono no sustituya a la reducción de las propias emisiones, sino que la complemente. Esto significa que las empresas deben comprometerse a reducir sus emisiones mediante la adopción de tecnologías bajas en carbono y prácticas empresariales sostenibles, y sólo entonces compensar las emisiones residuales mediante la compra de créditos de carbono.
La diferencia entre plantar árboles y financiar proyectos de reforestación o proteger bosques autóctonos amenazados
La diferencia entre plantar árboles e invertir en proyectos de reforestación y/o protección de bosques autóctonos en peligro es importante para entender cómo pueden contribuir las empresas a la lucha contra el cambio climático de forma eficaz y eficiente.
Plantar árboles sin certificación internacional es una acción positiva que puede tener un impacto significativo en el medio ambiente. Sin embargo, esta práctica no garantiza una medición precisa del impacto medioambiental de la actividad de plantación. Además, no existe ninguna garantía de que los árboles plantados no sean posteriormente retirados o talados de forma inadecuada.
Por lo tanto, plantar árboles sin certificación internacional puede considerarse una opción más adecuada para los particulares que simplemente quieren contribuir a hacer algo bueno por el medio ambiente, no a reducir las emisiones en un contexto global.
Por otro lado, invertir en proyectos de créditos de carbono certificados es una opción más concreta y fiable para las empresas que quieren activar nuevos procesos de sostenibilidad. Estos proyectos permiten invertir en actividades que reducen eficazmente las emisiones de gases de efecto invernadero y obtener créditos de carbono certificados, que luego pueden utilizarse para compensar sus propias emisiones.
Para ello, hay 4 requisitos clave que deben cumplirse:
- Permanencia, en el sentido de que el proyecto debe ser capaz de garantizar la reducción de GEI de forma permanente durante un mínimo de 20 años.
- Adicionalidad, es decir, que el proyecto debe aportar un beneficio real en términos de reducción de emisiones de CO₂ en comparación con la situación en la que el proyecto no se hubiera llevado a cabo;
- Seguimiento a posteriori, es decir, la necesidad de cuantificar con precisión la absorción de CO₂ una vez finalizado el proyecto. Esto significa que, para garantizar la eficacia del proyecto, es necesario supervisar el crecimiento de los árboles y tener en cuenta diversos factores medioambientales que pueden influir en su capacidad para absorber carbono;
- El seguimiento de los créditos de carbono, para garantizar que un crédito no se utiliza varias veces. Por lo tanto, es necesario que la adquisición de créditos se inscriba en registros públicos accesibles a todos para garantizar la integridad del sistema de créditos de carbono y evitar fraudes y abusos.
La importancia de las certificaciones internacionales
Las empresas que optan por comprar créditos de carbono certificados por normas reconocidas, como Verra o Gold Standard, tienen la garantía de que sus proyectos de compensación de carbono han sido evaluados y verificados por terceros independientes, y de que han podido demostrar la eficacia de sus acciones para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Es importante que las empresas opten por invertir en proyectos de compensación de carbono certificados por normas internacionales, en lugar de confiar en proyectos individuales de plantación de árboles sin ninguna garantía de calidad.
Sólo así las empresas pueden estar seguras de que su compensación de carbono tiene un impacto real en el clima y de que contribuye de forma concreta a los objetivos de mitigación del cambio climático exigidos por las políticas internacionales.
Apoyo a las comunidades locales
Otra ventaja de comprar créditos de carbono es que las empresas no sólo pueden compensar sus emisiones de gases de efecto invernadero, sino también ayudar a financiar proyectos con un impacto positivo en la mitigación del cambio climático y el bienestar de las comunidades locales.
Por ejemplo, los proyectos de reforestación pueden crear puestos de trabajo para las comunidades locales y mejorar su calidad de vida, al tiempo que preservan la biodiversidad y el hábitat natural de las especies animales y vegetales de la zona.
Además, las empresas que adquieren créditos de carbono procedentes de proyectos de protección forestal, reforestación o proyectos comunitarios como Cocinas o Agua Limpia también pueden apoyar a las comunidades locales afectadas por el cambio climático, como las que viven en zonas vulnerables a inundaciones o sequías.
Los proyectos de compensación de emisiones pueden incluir programas para ayudar a las comunidades locales a mejorar su adaptación al cambio climático, como la construcción de presas o sistemas de riego o la participación en cursos de formación específicos.
De este modo, la compra de créditos de carbono no sólo ayuda a las empresas a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también puede tener un impacto positivo en las comunidades locales y el medio ambiente en general, contribuyendo a promover la sostenibilidad a nivel mundial.
El riesgo del lavado verde
El lavado verde representa un riesgo importante para las empresas que intentan presentarse como sostenibles sin adoptar realmente prácticas destinadas a reducir las emisiones de sus productos o servicios. Este fenómeno se produce cuando las empresas utilizan engañosamente el marketing y la comunicación para hacer creer a los consumidores que sus productos o servicios son ecológicos, cuando en realidad no lo son.
Esto puede tener consecuencias negativas para la imagen de la empresa, pero también repercusiones en la salud del medio ambiente y de la sociedad en general:
- El lavado verde puede dañar la imagen y la reputación de una empresa. Si los consumidores descubren que una empresa ha hecho afirmaciones falsas o exageradas sobre su sostenibilidad, pueden perder la confianza en ella y dejar de comprar sus productos o servicios. Esto podría acarrear importantes pérdidas económicas y socavar la reputación de la empresa a largo plazo;
- Puede tener repercusiones negativas sobre el medio ambiente y la sociedad en general. Si las empresas utilizan afirmaciones engañosas para presentar sus productos o servicios como respetuosos con el medio ambiente, los consumidores pueden optar por comprar estos productos o servicios en lugar de alternativas más sostenibles, pensando que están haciendo la elección correcta para el medio ambiente. Sin embargo, si estos productos o servicios no son realmente sostenibles, esto puede dar lugar a un mayor daño medioambiental que la elección de alternativas realmente respetuosas con el medio ambiente realizada por los consumidores;
- El lavado verde puede crear un sentimiento de inacción en consumidores y empresas. Si los consumidores creen que todas las empresas ponen de su parte para proteger el medio ambiente, puede que no se sientan motivados para buscar productos o servicios realmente sostenibles. Por otro lado, las empresas que practican el greenwashing pueden no sentir la necesidad de invertir realmente en sostenibilidad, pensando que ya han hecho lo suficiente para ser consideradas ecológicas.
Existen riesgos de greenwashing para las empresas que deciden «compensar» sus emisiones de gases de efecto invernadero simplemente plantando árboles, sin tener la certeza y el control de que tales proyectos tienen un impacto real sobre el clima y están respaldados por normas internacionales de calidad.
Estos proyectos pueden no garantizar una reducción real de las emisiones de gases de efecto invernadero y no contribuir a los objetivos de mitigación del cambio climático.